Dedicado en su integridad a Frida Landa (my wife) con todo el corazón. Este blog está cerrado, disculpe las molestias :)

martes, septiembre 18, 2007

Una manzana dorada del sol.

Bebo el agua y el agua atraviesa las montañas. En una cueva de las montañas, Ganesh enciende un fuego con todas sus manos y luego lo abandona, flotando sobre el aire. Las tazas con residuos de café se acumulan, las cuentas por pagar y los recibos de pago. Los muros que ves fueron construidos hace milenios por los albañiles primigenios. Las hormigas que caminan en su columna vertebral fueron sus chalanes. Son las mismas hormigas de siempre, las inmortales hormigas, las de color rojo, las más grandes. Cuando eramos niños nos poniamos las hormigas en el doblez del brazo y lo cerrabamos como cuando te sacan sangre y te dan una bandita para que se detenga el torrente, y luego nos picaban y enrojecía, como si fueramos unos heroinómanos. No recuerdo si nos daba fiebre, pero yo creo que sí porque caminabamos descalzos en la tierra desértica del verano, desde un amanecer y hasta el siguiente.

Fuimos crueles los niños, fuimos crueles.

Pero los mejores amigos eran los perros, esos sí, no abandonaban y no temían enfrentar a perros más grandes si nos amenazaban. Eran perros de esos, amarillos, los que son de la calle pero tienen en donde les den comida y cariño. Si es que se le puede llamar cariño a esa falta de cuidados.

Todo esto discurría en la plena arena, la reciente descubierta, la apenas domada, la del río que se formaba apenas llovía un poco en los agostos. La que no tenía muros y todos pareciamos hijos de todos y eramos la calle misma, en una batalla campal que poco a poco iban ganando las pandillas. Los niños crecen y el fuego lentamente, se apaga.

Cuando vuelves al lugar de antes, se ha vuelto más angosto. Estas horas de sueño son dos monedas grandes en los ojos. Pero puedes sentir que de las cuevas de aquellas montañas bajan aquellos a los que dormía el teatro de las sombras.

Los esclavos caminan cuesta abajo.

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