la devorante seriedad de estos símbolos / Cesare Pavese
La gracia es un estado al que todos visita. Puede ser en cualquier momento pero no con cualquier cosa. En cada uno de nosotros se agolpan, íntimamente, y de pronto o al hacer contacto con algo, una serie de eventos hiper-afortunados. Todo el mundo parece contenerse en tal instante y ya nada parece más, ni menos, importante. Todo está en su punto.
Los ojos parecen abarcar todo lo que nos lleva a ese estado, el corazón late más fuerte, la respiración es plena.
Un amigo, hoy estaba muy contento por que habían ascendido en su lugar de trabajo tanto el como su esposa. Estaba nervioso y estaba contento. No podía quedarse quieto en un lugar y empezó a hablar de lo bien que todos sus compañeros de trabajo lo tratamos, etcétera. Su estado era de gracia, sin duda. En su cabeza se conectaban episodios que narraban el perfecto estado de la felicidad.
Pero para cada uno de nosotros, los episodios son distintos y formarán una película distinta. Cada quien guarda de su niñez, de su vivencia, extractos de algo que habilita nuestros sueños más despiertos. A veces pueden resultar un misterio. Otras veces, el misterio radica en que suban a la mente en determinados momentos. Las sensaciones crecen bajo la piel y atraviesan los poros y es tan tenue y tan total, que no puede ser contenido más allá de un breve lapso de tiempo.
Pienso que el estado de gracia, es el estado que todos deberiamos buscar. Buscar los memorias, los objetos, lo esencial de cada uno y no dejar que nadie, absolutamente nadie, nos quite el placer de revivirlo. Lograr que la vida cotidiana no nos martille. Ni nos esclavice la trivialidad.
Hay una luz que nunca se apaga.
Cesare Pavese lo explicó mejor, sin la melcocha que cae por el borde de este post. Lealo.
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