Si vinieras por la calle arrastrado por la neblina y la tapa del corazón estuviera abierta y cayeras y las aguas negras de mi angustia te jalaran los pies y yo en el terror de sentirme ahogar te arañara la cara, aún me salvarías? Aún en la penumbra que dejara ver el filo de mis colmillos, la protuberancia en mi cabeza, el agujero en que me falta un ojo? Si me negara a ser rescatado y en la desesperación hundiera tu cuerpo, persistirías? No eres Jesús y yo no soy un leproso, tal vez lo seamos en tu imaginación, imagina que la marea furiosa nos arrastra al mar, que ningún daño se hizo y abrázame.
Niño loco, pobrecillo.
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