Un cable sale de atrás de mi cuello. Baja por la espalda, se detiene doblado antes de caer al suelo. Reposa en la superficie en la que me encuentro. Y avanza a mi paso.
Camino sobre ciénagas y jardínes, decapito flores, destruyo alfombras de pasto. Algunos caracoles se adhieren al plástico verde que cubre a las terminales conectadas al nucleo: los cables.
Algunos ángeles ven con infinita tristeza mi necesidad. Eso del albedrío debió escasear cuando me ensamblaron. Pienso decirles, pero es inecesario. Si Wenders no se equivocó, ya debieron darse por enterados.
Al final del cable, en la otra orilla, el generador suministra el alma y el alma secreta saliva y sangre y sales. Hace mover mis dedos y hace crecer el pelo y las mucosidades. Es la parte vital, dijera la ciencia. Es Dios, dijeran los que meditan.
No importa moverme, ni el riesgo a que el cable se desconecte o se rompa. Aunque avance sobre ardientes asfaltos y espinozos desiertos. Debo moverme.
¿Cuanto puedo alejarme sin fatalidades? No lo sé pero, tragedia sería no alcanzar a llegar a tu puerta.
First photos from The Phoenician Scheme
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Hace 7 horas.
2 comentarios:
solo recuerde que como usted hay poquitititos
fíjate, que milagro que vengo por aquí
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