Lamenting policewomen policemen silly women taxmen
Uniformed whores, They who wish to hurt you, Work within the law
Morrissey, The World Is Full Of Crashing Bores
Uniformed whores, They who wish to hurt you, Work within the law
Morrissey, The World Is Full Of Crashing Bores
Inicia 2009 con las mismas amenazas del 2008. La misma violencia pero cada vez más cercana. Hermana violencia. Esa que nunca pasa realmente porque no me pasa en carne propia. Sucede en mi calle. A un vecino, a un familiar. A alguien que vive en mi misma casa. Pero no sucede porque aun no me sucede a mi. Supongo que hasta que no me alcance una bala perdida o asalten el camión en el que viaje o me aprieten un cañón contra la panza para quitarme el carro todo sigue siendo ajeno. Es como una hermana maldita a la que se robaron y que no quiero conocer porque posiblemente se deshaga de mi para usurpar mi lugar. Me acuerdo de La mano que mece la cuna o El ángel malvado.
También se oye por todas partes de la famosa cuota, que no es otra cosa que cobrarte la mitad de tu salario o de lo que tengas para que tenga protección. ¿Protección de quién? De los mismos cobradores. Vaya cuánta imaginación! ¿Acaso se compraron un blu-ray y vieron la trilogía de El Padrino en alta definición?
Empieza 2009 además con la guerra de Israel contra palestinos, pero esa conmueve menos porque esa es noticia vieja, de siempre, de la que ves a la hora de la comida. Se puede tomar partido pero a casi nadie puede parecerle bien que los niños caigan porque las piernas les fueron destrozadas. Eso si sobreviven.
¿Y que causa todo esto? Se habla de la lucha por el poder, por el territorio, por la religión. Pero todo eso es una mierda. La verdadera raíz, y no estoy descubriendo el hilo negro, de todo cuanto nos desgracia es el dinero. La mendicidad de los que todo tienen y quieren tener mas. A cualquier precio. La diferencia de los que no tienen techo o están enfermos y deambulan por las calles para buscar unas monedas con los que arrebatan a los de abajo, al doctor en su consultorio o al comerciante en su tienda de abarrotes, es que estos mendigos están armados hasta los dientes y carecen de vergüenza. Les cubren las espaldas los corruptos en el poder o el ejército de siete naciones, parafraseando el himno de Jack White.
Por mí esos codiciosos pueden creer lo que quieran, en la virgen de Guadalupe o en Yahvé para mí todos son escuderos de Satanás. Si es que Satanás se ha atrevido a ser tán cabrón como para rebajarse a usar todas sus fuerzas por unas cuantas monedas (o todo el botín).
Yo también soy un soldado raso de Satanás porque no hago nada. Porque me conformo con que a mí no me pase, con que a mi no me salpiquen. Porque he pensado en abandonar esta ciudad, este país. Porque lo único que me preocupa es la noche en que el eco de una balacera me quita el sueño y hasta allí. Me preocupan las cosas banales y cada que puedo hiero a quienes me quieren. De pensamiento, palabra, obra y omisión para decirlo católicamente.
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