Dedicado en su integridad a Frida Landa (my wife) con todo el corazón. Este blog está cerrado, disculpe las molestias :)

martes, noviembre 23, 2004

LUCKY BOY

¡La tempestad de ballenas cae a la noche del pavimento, destruye los paraguas de la gente, les arruina el peinado a las señoras, ¡kabum! ¡ssssssssssuoog! ¡El agua! ¡El agua! Todo el cielo con el mundo es como una gran pecera, una pecera a la que le han metido la batidora con la funcion en on. Los peces somos nosotros, golden fishes in a crystal bubble, y la mala suerte siempre, siempre lanza su anzuelo con el pobre sufrimiento de una lombriz. Y yo siempre muerdo. Siempre. Pero no por gusto, que el que por su gusto es pez hasta su pecera es mar, sino es que a veces el niño malo que son las circunstancias, llamemosle Diosito, nos echa kool-aid de uva, y se nubla todo, y lo peor es que no le pone azúcar, nomás nos agita, aunque en esta ciudad todavía no nos pone en la licuadora, a El gracias. Todavía. Pero imagínate que nos pusiera un volcán en pleno centro, lo cual suena lo bastante absurdo como para llevarlo a Hollywood, o que nos moviera el tapete, o que nos tumbara de la nube en que andamos, aunque la nube sea una ballena con ataques espasmódicos. Nube al fin. O que nos llevara el diablo a sus aposentos o nos comiera completitos la bocota de un lobo, sin sana sana, vitacilina o gordolobo. Siempre, todo lo malo y lo odioso puede ser peor, y luego empeorar y luego ponerse color de hormiga atómica. Puede caersenos la casa encima: ¿ya ves papá, que de algo nos hubieran servidos los cimientos? Arquitecto no soy, dice. Yoséxactamenteloqueresgrandisimopedazodezoquete, piensa mi madre. Yo no pienso nada, mejor vengo aca y escribo. Por mí puede irse todo al mismisimo inicio de todo, porque todo, sabemos bien, comenzó en nada. Al fin que yo estoy recordando cuando me cantó las mañanitas en mi cumple vigesimocuarto, y me imagino que ella siempre está pensando en mí. Y eso, Mastercard, no tiene precio.