Hechos Lamentables
No quiero ver bosque, quiero playa. No quiero norte, quiero sur (y no, no es canción de Arjona). Pero mientras eso sucede fui a la biblioteca, en ella estaba la trabajadora, sola y aburrida. Yo fui a regresar un libro de Wilde, uno de Gogol y uno de Poe. Me traje uno de Paz, uno de Homero y el mismo de Poe. Ya pasó una semana y nomás he leído el de Poe. Y un poco de Paz. Y nada de Homero.
Como sea, después de verla tan desesperada como para sacarme plática de no se donde (yo mas bien soy lacónico) y porque una mujer casi nunca me saca plática de no ser por que le debo algo (nunca una prenda interior, ni un favor sexual) o porque me quiere pedir algo (nunca son fluidos corporales, ni fantasías eróticas), accedí a su charla. La charla fueron más bien devaneos entre su desgracia y la mía. Y luego su desgracia y luego la mía. Y luego su desgracia, su desgracia y su desgracia. Que ni tan desgraciada: bueno, si trabajas en una biblioteca en donde no se paran ni las termitas, y no eres precisamente Borges, si debe ser una desgraciada pesadilla.
Luego anunciaron un concierto de Arjona en esta ciudad. Y la mujer, ignoro porque, despidió un olor a rosas frescas. El mismo olor que mi mamá y su prima despiden cuando hablan de la larga cabellera de Arjona (o del Buki) y de sus pantalones ajustados: eso si es una desgraciada pesadilla (debo agregar desconsiderada, hija de puta!). Me dijo: ¿te gusta Arjona? Con algo de sensual voz. No contesté porque empezó Señora de las 4 Décadas. Mientras la bibliotecaria se contorneaba en su silla y le brillaban sus ojitos. Yo sonreía de no se que modo extraño. Ella sonreía de si sé que extraño modo.
Al terminar volvió a la pregunta a la que yo contesté no, que ya había pasado (con vergüenza) esa etapa, comencé a decirle mis razones. Y quien sabe porqué me interrumpió, diciendo que tenía que irse temprano. No fue un tono sensual lo que violó el fundamento moral y espíritu de la biblioteca, el silencio, sino el berrido de su voz original, sin edición. Ni fueron las leyes detestables de mi vida amorosa (el mejor fracaso es el intento) lo que la bibliotecaria violaría aquella tarde.
Fui expulsado del recinto. Camino a mi casa tarareaba esa que dice: te conozco desde el pelo... Siempre pienso en enfocar mejor mis objetivos demasiado tarde, cuando ya son un puntitittito distante. Inalcanzable.