Podrá no gustarnos nuestra familia o podriamos aborrecerla con todo nuestro ser. Preferiremos a unos más que a otros. Y siempre hay alguien: el primo rencoroso, el borracho insufrible, la gorda que lo dice todo. Hay niños, primos, sobrinos, hermanos que no se aguantan ni solos. Hay a quienes envidiamos.
Luego vienen los sentimentalismos, los conflictos no resueltos, los resentimientos. La velada familiar se convierte en un otro episodio de Laura En América; últimamente he escuchado recurrentemente la expresión todos guardamos esqueletos en el clóset: esa es nuestra familia: un montón de terrores añejos (y otros por descubrir) que cada año rascarán las puertas para desearnos feliz navidad y todo eso.
Por supuesto que no nos gusta pero al menos hay quien nos haga en el mundo. También están las familias de nuestros amigos, para envidiar o para quitarnos el sudor de la frente y decir uff y yo creí que mi familia era rara.
En fín, ayer vi Four Christmases que me recordó todas estas cosas y me dejó ver juntas a dos de mis chicas favoritas de la pantalla de plata: Kristin Chenoweth y Reese Witherspoon.
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