Todo el día intentando que el carro funcionara después de años de estar detenido -como yo, por años detenido. Realizar los trámites necesarios ante la recaudación de las rentas del municipio para evitar agentes de tránsito, etc. Amo ese carro, espantoso, con la pintura destruida, quemada por el sol, con hojas muertas y vidrios con una gruexa capa de polvo. Lo quiero por que ha estado esperando mucho tiempo a que alguien le haga caso. Mirando como emprendía mi diaria caminata, más saludable sí, pero menos independiente. Luego está mi casa que es un zombi, a la que madera y ladrillos y techos altos con las vigas visibles, le darán vida real: los fantasmas de lo que fue y pudo haber sido serán enviados al limbo. Lo siento no cabemos todos. Me esperan, lo sé, cientos de miles de lápices de dibujo y tubos con pintura y papeles y telas. Errores y mucha soledad entrando cada mañana por
esas ventanas que quiero instalar y nuevos intentos de otros intentos. Hoy fue cumpleaños de un amigo y comimos pastel sabor Reese´s. Hace tres décadas y un lustro mataron a uno de mis héroes y esta noche vimos Chapter 27. Celebramos la vida y la muerte porque de la vida y la muerte estamos hechos. Hora es en que empieza el siguiente capítulo:
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