Los aguafiestas atacan de nuevo.

Afuera del senado atestado de policías federales, para impedir a un grupo de miles de mexicanos que no lograra su diabólico cometido: no dejar que se apruebe una reforma que deja mucho que desear en un determinado artículo en el que puede violarse claramente la soberanía nacional.

Estaba atestado de policias. Por supuesto que no lograron abatir a la resistencia. Mandaron a los legisladores a otra parte, a aprobar rapidito, rapidito, lo que tomo tanto tiempo lograr: debate tras debate, articulo satanizador tras anatema, consulta, descontento.

¿Cual es la prisa, entonces? ¿Porque no darle voz a Andrés Manuel? Sí, sí. A ese terco, necio. Ese señor que logró por el apoyo de multitudes que no se aprobara en 15 días un reforma privatizadora. Les cerró el corral a los zorros corporativistas.

Si todos quieren festejar, como el mismo espurio Calderón -el sirviente de los capos que operan dentro de la ley- la aprobación de una reforma de Pemex, entonces los representantes del pueblo debieron darle voz al que logró tanto y tantísimo. Al que ahora tachan de incongruente, inconforme. Y en la tele lo celebran para poder maldecirlo. Huele a que esos comunicadores son unos pasivo-agresivos.

Afuera, los policias de García Luna protegían las instituciones, con un verdadero ejército, mientras en mi ciudad, Juárez, son heridos y hasta asesinados, junto a los criminales, uno tras otro, inocentes y menores de edad en el medio de una guerra sin cuartel, en la que todos estamos perdiendo.