te lo juro, delante de los huesos en los que ha quedado este animal que dejamos morir de hambre y sed y al que no dudamos en clavarle algún piquete en la espalda, haciendo las únicas sombras de un desierto en que el horizonte se ve como a través del fuego, y batallando para articular una sola sílaba que reuna todo lo que el vacio se traga, delante de la estructura ósea a la que ayer bajo la piel se ocultaba, bajo el bello pelaje que nuestra mano acariciaba, te juro que oigo las aves esperando a que caigamos también muertos de contemplación y de esperanzas fallidas y de posibles milagros que reconcilien a la criatura con la vida, te juro que los oigo, hay quienes dicen que los buitres ya se fueron satisfechos como querían, ahora es cuando llegan los cuervos.
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