Anti-erótico.

Al despertar repentinamente, decidí bajar por un vaso de leche. La cocina oscura, sin fuego, sin agua, carente de todo aroma, con Teddy, mi osito de felpa entre mis brazos, oscuro también. Ni imaginábamos lo que sucedía a las 3:23 de la madrugada.

Me senté en la silla de la cocina y bajo la mesa, por entre las frías lozas en que mis pies reposaban, una blanca enramada caricia subió por mi pierna. Espanto.

La televisión encendió por si sola, anunciando: ¡La mujer de fuego se encuentra con el Hombre de Agua y la humareda sexual hace llorar a los habitantes de Ciudad Asteroide en: Superhéroes del amor!

Después, y por sí sola, se apagó. Y pensé furtivamente en que hay padres que matan a sus hijos. Que dan la muerte igual que dieron la vida. Que las criaturas del Señor se esconden en la telaraña cuando se aproxima la bestia arácnida....

No pude seguir. Sintiéndome como cuando en televisión te dejan sin saber el final de una película de suspenso. Cuando la cabeza parlante informa exasperada sobre el huracán que hizo desaparecer a Nueva Orleans y ya no te dejan saber a quien asesinaste.

Teddy y yo volvimos a la cama.