Pesadilla en la calle del infierno.

El odio es una mazmorra y uno puede instalarse en ella cómodamente porque está acondicionada para que para el bienestar de tu cuerpo y de tu mente.

Uno puede llegar con sus cajas llenas de rencores, mierda y esas cosas, pero no estarán bien resguardadas hasta que sean colocadas sobre los muebles precisos.

El ser humano, tiene que joder a los otros seres humanos. Joderlos de la manera más económica pero más precisa. Cuando nos toca ser jodidos lo sabemos. Llega uno con su cara de have-a-nice-day hepatítico, predispuesto al puto optimismo, pero no listo para que le suministren vía rectal el encono, la ira, la chingadera del otro ser humano.

¿Y ahora qué? Piensas en la oficina o en el camión o entre las sombras de un callejón sin salida. Nada peor que encontrarse con otro ser humano. ¿Qué quieres de mí?

¿Cual es el plan maestro? Sobrevivir. Matar o morir. De eso se trata todo: política, laboral, sexualmente.

¿Te crees ballena o elefante? No soy mas que un ratoncillo asustado. Pero ¿quién sabe? ojalá pueda transmitirle alguna enfermedad, matar al ganado de quien controla el mundo. Y orinar encima de El. Gloriosamente.