Cuando mis pies se colocaron entre dos agujeros en el piso metálico del viejo camión debí suponer que eran la clave del descalabro en que más tarde perdería la razón. El anciano enjuto que destapa cerveza tras cerveza y absorbe como torunda el alcohol, cirrótico amanecer, otra premonición más. Aunque lo que cuento no sucedió sino en las orillas de mi estadía en la casa. Cuando me es absolutamente necesario usar el transporte público, cuando la distancia es mucha y el tiempo poco para recorrerlo a pie. Luego el ciego atraviesa la misma ruta que yo, dos sentidos contrarios que se encuentran, le doy un peso, continuo mi camino hasta la parte media del camión. Recuerdo otros lugares que he visitado: algunos menos industrializados que esta ciudad, algunas más.
Algunas del norte, otras del sur: descubro que la miseria es la misma: puede cambiar un poco la decoración el panorama, del primero al tercer mundo, la miseria es siempre la misma: con well faire o con microscópico sueldo, con todo el esfuerzo que se le puede exprimir a un hombre o en una habitación llena de niños embarnecidos, calefacción, cable tv. La miseria es la misma en todas partes. En todas partes los pobres nos miramos con distancia y los más pobres, los que tienen menos que nada, esos miran con odio, esos se reúnen como hormigas y destazan al vecino con la mayor desgracia. Siempre una desgracia aplastará a otra, nos acomodará en su lomo y avanzara cuesta abajo, a la total derrota.
Que los pobres entraran al reino de los cielos de eso estoy seguro, es el Plan Maestro de Satanás: que los pobres lo tengan todo y no pierdan la memoria de su carencia absoluta. Terminarán por quemar el paraíso. Los ricos arderán en el infierno o vivirán a la espera de que sus riquezas formuladas a base de destrozar a los demás, de engañar, de esconderse en las alas protectoras del narco los arranquen del estiércol del limbo en que están sumergidos. Y no sucederá nunca, acaso los más pobres los ayudarán, cristianos como somos, y volverán a quitarles los medios de producción y los pobres volverán a empujar las líneas de fabricación ajenas y la historia se repetirá por siempre jamás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario