hay cierta edad en que todo suele parecer en tu contra, en que el fracaso asoma por la ventana con sus ojos huecos, en que parece que te lisia el alma, en que tiempo, lugar, espacio, familia, ponen en el lugar de tus pies, ya no digamos alas porque no somos pájaros, mármoles de desesperanza, en que nada nos consuela de la repentina estaticidad de nuestros alientos, en que nos acaban por matar los instantes de felicidad o angustia o una mezcla de ambas, pero sentimientos al fin, y te dejan en el limbo, habitando, ciudad de una sola mujer, tu intimidad, la soledad, lo que haces cuando no están juzgando, temiendo, lo que haces, que el amor, ese que nació de una metáfora, y que fué bálsamo y mandarinas, está lejos, pero que el, yo del otro lado de los cables y los satélites y el cristal, te ve como quien solo ve el camino que falta por andar, y te conviertes, así de pronto, en fe, en puerta, en ventana, en ala, aunque no sea pájaro, y que te dice esto porque no tiene aun brazos tan largos que te alcancen, ni labios que que se aproximen tanto a tus labios, pero que si tiene una flor en su limbo, la propia soledad mirándote la misma edad, la misma ilusión que se quiere hacer real, ala porque quiere volar hasta ese otro lugar, el tuyo y regresarte, de todos los modos posibles, esa angustia y esa felicidad:
Feliz Cumpleaños Frida!
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