The "Great Pumpkin"

Y entonces él se fue. Me dejó los cigarros y me volví un fumador. Con un suéter de lana para el invierno que va a durar todo el año y un libro de medicina para recordarme que yo, antes que católico y obrero, seré un médico: antes que te de por estudiar esas joterías de diseño y ciencias de la comunicación. Hasta entonces yo era feliz con mi bimex roja, pero el viejo insistió en que yo debia usar un carrito cualquiera, oldie y destartalado, una carcachita con el par de dadotes en el retrovisor, radio am crujiente y un encendedor de esos que empujas y saltan como pan del tostador cuando está todo colorado. Bah, te digo Nina, además el viejo nunca escuchó a Pink Floyd. Hey teacher leaves the kids alone! Ni yo, hasta que el buen Solzi me prestó Echoes, ora hasta el Niño que los odiaba, los oye. Te digo Nina que las cosas cambian, por eso me aferro a la fría Noche de Brujas, al recuerdo falaz de que yo era feliz... pero sí era cuando gritaba Queremos Jalogüín! hasta bien entrada la medianoche y la hinchazón en los pies y en las calabazas plásticas o plásticas bolsas del súper. Cuando anduvimos en Puebla de Los Ángeles quería que me llevaras a ver a pedir dulces a los niños. Me pregunto qué será de los ángeles esos. Se refugiarán en el campanario al salir los monstruos y las brujas y las momias. Buuuuuuuuu y tiemblan de miedo. Qué maravilla! Y eso que al Halloween me lo quisieron extripar con altas dosis de Folklorina Mexicanil. Igual a tí, creo yo, Los Hermanos Testículos de Jehová y la maestra de la escuela que jamás tuvo un muerto, y por eso no sonaba muy convincente, porque nunca tuvo un muerto en la familia y le consternaba toda por no podernos explicar el significado del Día de Muertos. Lo más genial del asunto eran las mórbidas explicaciones religiosas: que si los druidas, que si la quema de brujas, que si Satanás. Más sazón le ponían al asunto! Yo me figuraba que andaba en Salem, huyendo de los puritanos para adorar al Macho Cabrío en una hoguera infernal. Yo creo que por eso me gusta el cuadro ese de Goya. Sabes cual? Está en la Encarta. Pero, yo te contaba que cuandoe el viejo se murió me hice fetichista de sus cosas. Y ahora que tú te fuiste me desvié, sexopatológicamente hablando. Te acuerdas de la blusita blanca de tirantes con una rosa blanca bordada en el pecho? Yo adoro esa blusita, ese aroma que le impregnaste. Ahí ando como Linus acariciando la seguridad que me brinda, el saber que no estoy solo en el mundo. No me parezco tanto al bueno de Charlie Brown como yo pensaba, sino a ese que todos los otoños espera a que venga la Gran Calabaza a traerle de vuelta a la Nina para finalamente abandonar la mantita. Y dejar de chuparse el dedo.