Sometimes the silence can be like thunder
(Bob Dylan, Love Sick)

Ya. Escribir, escribir, escribir. Escribir, escribir, escribir. Escribir. Una vez me caí y casi me descalabro y me quiebro el cuello. Hace poco. Recomendación: ten cuidado si te metes a una playa que se llama Revolcadero (creedme no es sentido figurado), desde entonces estoy muy tenso, de ese nervio del cuello que está por detrás (del cuello). Me pone de malas. Aunque yo cuando estoy de malas no digo que estoy de malas. Debería. Muchos lo hacen cada vez que tienen ganas. Yo creo que es bueno porque así sacas lo de adentro, porque lo de afuera pues no puedes sacarlo, porque ya está afuera. A veces el silencio es como un trueno, un trueno sin luz, te electrocuta pero no te enciende. El silencio es cosa mala, pero si no tienes qué decir ¿pues para qué lo dices? Por consideración suelo callar. Ya, pues me callaré, es lo que siempre se me ha dado. Bien, callar. ¿Porqué el emisor debe decir algo si el receptor no responde? Aprender eso me costó 4 años y miedo de mi vida. Una licenciatura y Olé! Callar!

Este blog cumplió un año el 17 de febrero pasado.

No ahondaré más en el asunto. Recibo condolencias. No quiero decir qué diablos es el blog, ya muchos se han encargado de definiciones (aaaaaum, qué flojera), además de que no sé. Muchos de aquí parten para ser publicados (revistas, periódicos, nuevos diseños del Charmin) o para no serlo definitivamente. Yo escribo acá porque no tengo mucho quehacer. A través del blog, encontré cosas buenas: amigos y amor. Espero de verdad que no me los arrebate.

Larga vida al blog!