vienen de abajo del pavimento, del condenado silencio, de los pasos quietos que imagina sonar a las primeras de cambio, te miran desde el relámpago por nacer, de las nubes recargadas entre las calles, refugiándose en callejones prostibularios, besando en los labios a las víctimas, Jacks destripadores dando la caricia demasiada profunda, rasguño tierno y motosierra hecha de cabellos prebautismales, sin pecado, sin caspa, recuerda esa quietud que sentías en su mirada, al fondo de la sala donde extendemos los mapas, donde nace la descarga, donde las nubes comienzan a llover sobre tu espalda, y la tela se rompe y tus manos empezaban a extrañar lo que anhelaban
sí, caminan entre nosotros, aunque nos fueran vedados/cercenados
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